El estrés y la ansiedad son estados con los cuales se convive diariamente y pueden influir a nivel biológico, psicológico y social. El papel que cumple la alimentación para lograr el equilibrio emocional y un estado saludable es primordial. Saber elegir
Atención a los carbohidratos
No hay que olvidar el papel que cumplen los hidratos de carbono para reducir el estrés. Este estado provoca un aumento de adrenalina en el cuerpo, que conduce a un metabolismo más rápido con el consiguiente mayor consumo de carbohidratos, proteínas o grasas. El cerebro detecta este consumo y requiere una mayor ingesta de estos nutrientes. Cuando una persona se encuentra nerviosa o estresada, generalmente experimenta un deseo irrefrenable de comer y beber, especialmente alimentos o bebidas dulces.
En este sentido, los hidratos de carbono complejos pueden desempeñar un papel importante en el control del estrés y existen pruebas que su consumo contribuye a alimentar el cerebro y reducir el nivel de estrés.
Los principales alimentos que contienen carbohidratos complejos son los cereales integrales (trigo, avena, arroz) y sus derivados (pasta, fideos, espaguetis), las legumbres (garbanzos, lentejas, soja), hortalizas (papas, cebollas, espinacas, zanahorias) y frutas (manzanas, peras, duraznos, ciruelas).
Por otra parte, deberían evitarse los alimentos que contienen carbohidratos simples, coma los azúcares o productos refinados. Si bien en un primer momento calmarían la ansiedad del cerebro, inmediatamente después incitarían al cuerpo a un incontrolable deseo de seguir comiendo, por lo cual contribuyen a un consumo muy elevado de calorías, que provocaría sobrepeso u obesidad en el futuro.
Por lo tanto, en la dieta del estrés, se debe prescindir o disminuir aquellos alimentos que contengan este tipo de carbohidratos, como azucares refinados, dulces, tortas hechas con harina refinada, bebidas azucaradas, chocolates o helados.
– Frutas y verduras. Conviene optar por aquellas ricas en vitamina C (naranja, pomelo, tomate) y vitamina A (zanahoria, espinaca, brócoli). Ambas vitaminas constituyen un importante factor protector contra el estrés, porque refuerzan el sistema inmunológico, regulan el sistema cardiovascular y proporcionan antioxidantes.
Además, las verduras de hojas verdes (espinaca y acelga) poseen magnesio, mineral que permite que el cuerpo controle y limite la producción de la hormona cortisol, que eleva el estrés.
Por su parte, la banana, por su alto contenido en potasio, permite relajar el sistema neuro- muscular y favorecer su normal funcionamiento. Su riqueza en hidratos de carbono es excelente para calmar la ansiedad y aliviar el estrés; además contiene triptofano, precursor de la serotonina (neurotransmisor de la felicidad).
– Frutos secos: Aportan energía, antioxidantes y mantienen un óptimo funcionamiento del sistema nervioso. Son ideales para controlar la ansiedad y relajar el organismo (nueces, almendras y avellanas).
– Pan y cereales. La fibra es un excelente alimento anti-estrés. Se obtiene fundamentalmente del pan integral y los cereales enteros.
– Lácteos. Un vaso de leche aporta vitaminas del grupo B, proteínas, vitamina D y calcio.
A continuación se presenta una lista que incluye allmentos que mejoran el funcionamiento del organismo:
– Lácteos. Conviene optar por las versiones descremadas. Asimismo, los lácteos en general tienen un gran poder relajante, no solamente porque de sus proteínas se obtiene triptofano sino también por su gran riqueza en minerales, lo que contribuye al funcionamiento del sistema neuromuscular. Para calmar el estrés, nada mejor que beber un vaso de leche antes de acostarse.
– Pescado. El omega 3 -que contiene la sardina, el salmón y el atún- resulta muy saludable para el corazón y para mantener el organismo calmo y relajado.
– Carnes. Dado que el estrés agota las reservas de proteínas, es importante comer carne. Conviene optar por aquellas menos grasosas.
– Chocolate. Esta comprobado que el chocolate disminuye los niveles de hormonal que aumentan cuando una persona esta estresada, y mejora el estado de animo. Desde ya, debe moderarse su consumo, porque porciones elevadas incitan a una mayor ingesta, con el consecuente aumento de peso y azúcar en sangre.
– Agua. El estrés genera daños en los tejidos. Por tal motivo, es necesario tomar agua para hidratarse.
Algunos consejos
– Beber jugo de naranja o pomelo por la mañana, en ayunas, acompañado de una cucharadita de germen de trigo.
– Incorporar levadura de cerveza en polvo a las comidas, porque tiene un efecto reconstituyente y depurativo; incluso, mejora el estado de la piel, las uñas y el cabello, y ayuda a combatir sensación de cansancio.
– A la hora de la cena –además de una comida liviana, con poca sal y grasas-, se recomienda tomar una taza de leche tibia con una cucharada de miel, para inducir el sueño y descansar mejor.
– Emplear germen de trigo para enriquecer las comidas. Es una fuente natural de vitamina E, uno de los antioxidantes más potentes. Por ende, protege a las células frente a la posible agresión de los radicales libres. Además, contiene aminoácidos de gran valor biológico, ácidos grasos esenciales, vitaminas del grupo B y oligoelementos.
– Agregar ajo a las comidas. Ayuda a limpiar los intestinos, depurar la sangre y renovar el sistema interno. Incluso baja los índices de colesterol LDL (malo), ayuda a combatir la presión arterial elevada, el reumatismo crónico, enfermedades de los nervios, agotamiento y pérdida de vitalidad.
– Respetar los horarios de las comidas. Comer a horas regulares evita descensos bruscos en el nivel de glucosa en sangre. Las cenas copiosas antes de acostarse, pueden alterar el sueño.
– Evitar las grasas saturadas (manteca, productos lácteos enteros, pescados grasos, carnes grasas y fundamentalmente roja).
– Realizar ejercicio físico regularmente, es ideal para liberar endorfinas.