La cisteína es un aminoácido sulfurado no esencial: el cuerpo, de hecho, es capaz de obtenerlo a través de otro aminoácido, la metionina.
Es muy importante en la estructura de las proteínas. De hecho, a través del azufre contenido en su interior, una unidad de cisteína se puede unir a otra unidad, a través de un enlace llamado puente disulfuro, que confiere estabilidad a la estructura de la proteína.
La cisteína es utilizado por el organismo para la formación del pelo y el cabello. Este aminoácido es también el precursor de la principal sustancia antioxidante presente en nuestro organismo: el glutatión. La cisteína permite la desintoxicación del alcohol y el tabaco, promueve la acción preventiva contra la artritis reumatoide y, se cree, promueve la curación de lesiones cutáneas y llagas. Recientemente se ha descubierto que puede ser un nutriente interesante en el tratamiento de la obesidad, ya que promueve la quema de grasas.
Las principales fuentes alimentarias de cisteína son los productos lácteos, la carne, los huevos y alimentos de origen vegetal: legumbres, hortalizas y verduras, semillas, frutos secos y cereales (principalmente trigo y avena).
Estos alimentos deben tomarse con regularidad a fin de preservar las funciones fundamentales que la cisteína garantiza: su posible deficiencia, de hecho conlleva efectos secundarios como pérdida de pelo y cabello, cambios en las uñas, debilidad muscular; y también, más imporante aún, retraso del crecimiento, daño hepático, lesiones cutáneas y artritis reumatoide.
Una ingesta excesivas de este aminoácido, sin embargo,además de sobrecargar excesivamente el hígado y los riñones, implicaría una alta liberación de calcio de los huesos y aumento de homocisteína que, a altas concentraciones, aumenta el riesgo cardiovascular.