Se presenta un panorama sobre lo que es la hipertensión arterial y las modificaciones que deberá llevar a cabo en la alimentación para reducir la sal en ella.
La hipertensión arterial no es exactamente una enfermedad que se sufre eventualmente, sino que por el contrario se trata de una condición de enfermedad permanente y para toda la vida. Por lo tanto, los hipertensos que conocen y manejan adecuadamente su condición saben de memoria que entre las muchas cosas que deben hacer es reducir hasta eliminar de manera definitiva el consumo de sal.
En realidad los hipertensos una vez que se les ha diagnosticado esta condición, deben hacer modificaciones en muchos aspectos de su vida: deben cambiar los hábitos en su alimentación, en sus costumbres sociales y en su estilo de vida: estas tres áreas que se cambien, ayudarán a tener una tensión arterial bajo control.
Lo ideal es llevar a cabo todas las modificaciones de manera paulatina para que la persona se vaya amoldando a su nueva vida, incluyendo pequeñas caminadas o sesiones de ejercicio diario, hasta lograr tener por día, una hora de ejercicio físico.
En el caso de los hábitos sociales, deberá eliminar de manera contundente el tabaquismo, sin miramientos de ninguna índole y deberá aprender a tomar alcohol de manera moderada y no cualquier licor: estos deberán ser sugeridos y autorizados por el médico que lo acompaña en esta condición de hipertenso.
Y en cuanto a la alimentación es sin duda el área en la que deberá introducir más cambios, pero todos muy prometedores. Lo primero será reducir al mínimo el consumo de sal, ya que hay algunos alimentos que son bajos en sal, otros sencillamente no tienen sal y otros la contienen de manera moderada, así que será necesario reconocer los alimentos con esos tres niveles, pero definitivamente no se haga ilusiones: tendrá que reducir el consumo de sal.
Disminuir la cantidad de sal en la alimentación tiene efectos benéficos no solo para quienes padecen de hipertensión, sino también ayuda a los enfermos renales, a los de osteoporosis, a quienes tienen problemas con la retención de líquidos y por supuesto y casi que obvio, a los obesos y esto lo decimos porque la obesidad tiene asociados muchos de estos factores alterados de salud.
La mayoría de las frutas no contienen ni un ápice de sal, como las manzanas, las cerezas, las moras, melocotones, naranjas, peras y ciruelas, por lo que su consumo en la dieta puede favorecerlo. Tampoco contienen sal el arroz blanco cocido, siempre y cuando al hacerlo no se le haya agregado este condimento y la harina de trigo tampoco tiene sal.
La leche descremada o desnatada, la leche entera y el yogur dentro de la familia de los lácteos tienen cantidades moderadas de sal, lo mismo que las judías.
Mientras que dentro de los alimentos que son definitivamente muy bajos en sal podríamos incluir las almendras sin sal, las alubias sin sal, los copos de avena sin sal, la col hervida sin sal, los dátiles, la leche de soja, el tofu, el brócoli y el calabacín, pero todos cocidos sin sal.