Se presenta un panorama sobre los aportes alimenticios de esta carne que ha sido señalada en muchos lugares como dañina para la salud. El artículo muestra los componentes que aportan valores nutricionales a esta deliciosa carne.
La carne de cerdo ha sido estigmatizada por una serie de falsas creencias por parte de los consumidores, que la catalogan como un producto nocivo para la salud, de baja calidad nutricional y susceptible de inducir patologías de tipo cardiovascular o de obesidad. Nada más alejado a la realidad y esto, ya ha sido comprobado después de numerosos estudios y análisis.
Según la nutricionista Magnolia Escobar, «la carne de cerdo es una excelente fuente de proteínas porque la calidad de sus proteínas es de alto valor biológico y tiene todo los aminoácidos esenciales que facilitan la absorción por el organismo«. También afirma que “su carne es más parecida a las blancas que a las rojas y posee un alto coeficiente de digestibilidad, que llega al 92%”.
No hay que olvidarse que el cerdo posee interesante propiedades, pero siempre en su medida justa es recomendable, por ejemplo muchos médicos prefieren aclarar que el consumo limitado de las vísceras como hígado, riñones o sesos, es preferible sobre todo por su elevado contenido de colesterol que oscila entre 300 y 400 miligramos por cada 100 gramos de porción consumida.
Según Sandra Arroyave, de la Asociación Colombiana de Porcicultores, «la carne fresca de cerdo de hoy es 31% más magra que la reportada hace 20 años, con 29% menos de grasa saturada, 14 % menos calorías y 10 % menos de colesterol.»
El cerdo posee una gran riqueza en hierro, que es el principal argumento para incluir esta carne en la alimentación. Las vísceras contienen más hierro que las piezas magras, pero también son más ricos en colesterol.
Pero no solamente tiene hierro, es también una fuente importante de proteínas de origen animal, puesto que es proveedor de nutrientes esenciales como las vitaminas B1 que es tiamina, B6, B12 y algunos minerales como zinc, fósforo y magnesio, además del hierro ya mencionado.
El ternero como retiene una mayor cantidad de agua, presenta una carne más tierna y jugosa, pero también, menos rica en nutrientes que la del cerdo adulto.
Las grasas siempre aportan calorías. Por ello, es preciso ser cuidadoso al elegir la pieza de carne a consumir. Aun así, debe tenerse en cuenta que el cerdo aporta grasas saturadas y colesterol pero en proporciones pequeñas.
Las piezas como el lomo y el solomillo aportan además muy poca cantidad de grasa. Tan sólo 2 gramos por 100 gramos de carne. Si además, estos cortes magros, como el lomo, solomillo o costilla, se cocinan de forma que no les aporte mucha grasa, como a la plancha o a la parrilla con unas gotitas de aceite de oliva, resultan más saludables.
La parte trasera del cerdo es de primera categoría comercial y rica en proteína muscular de alto valor nutritivo. Es ideal para ser asada a la brasa o a la parrilla, por su bajo contenido graso y por resultar muy digestiva.