Comer es una necesidad y un placer, pero hacerlo de manera descontrolada y más cuando se hace por afecciones emocionales, es correr el riesgo de que se vuelva un arma de doble filo y en vez de sentirse mejor, se sufra de sobrepeso y malestares en el cuerpo. Es una tendencia en la que caen muchas personas, sobre todo las mujeres, que en medio de decepciones amorosas o laborales, suelen deprimirse y entregarse por completo a la comida, pero de manera desaforada. El problema es que las personas no saben asumir ciertas dificultades y necesitan expresarlas o expulsarlas de alguna manera y es así como los sentimientos empiezan a reflejarse en el cuerpo.
A casi nadie le queda fácil evidenciar los cambios que empieza a sufrir el cuerpo cuando se deja llevar por las emociones, generalmente las negativas como la depresión, la furia, la tristeza o la ira, y cuando empiezan a comer en cada momento, suben de peso y lo entienden solo cuando los demás les dicen que están un poco pasados de peso o que ya no se ven como antes. Al mismo tiempo, se empiezan a sentir enfermos pero no saben cuál es la razón y en realidad se genera por la combinación de emociones y mala alimentación, desencadenando así problemas de gastritis, triglicéridos, diabetes, baja de defensa y hasta malestares cardiacos.
Según los resultados de estudios hechos a chicas que son en su mayoría las más afectadas, los alimentos que mas generan daños con los lácteos y el azúcar en cualquier tipo de presentación, porque son los productos que se creen, minimiza malestares como depresión, ganas de llorar o sensación a soportar la soledad. No hay que confundir la sensación de gusto que genera tomar un vaso de leche caliente en la noche o un poco de chocolate cuando se tiene mucho frio, para que poco a poco el cuerpo regule la temperatura, con las desaforadas ganas de comer todo el día grandes cantidades de dulces, helado y chocolates para esconder las ganas de asumir una problema. Aunque la responsabilidad también recae en la industria alimenticia de la actualidad, pues los ingredientes que utilizan para la preparación de los alimentos no son del todo confiables o saludables y en realidad les preocupa vender más y que el producto sea agradable al gusto, pero no que ofrezca suficientes beneficios al cuerpo y la salud.
Lo más desastroso de la situación y el hecho de que estas preferencias no mejoren la salud, es porque la unión de todos estos alimentos poco recomendados, empeora el estado anímico y generan más enfermedades o malestares, entonces es fácil que en vez de estar más tranquila, una persona se sienta rebotada, llena y con mal humor. Y por último, es más difícil encontrar una solución, cuando sumado a este consumo excesivo de grasas, calorías, harinas y azúcar e ingredientes refinados, se suma el consumo de alcohol, cigarrillo y cafeína.