Las estadísticas indican que las patologías relacionadas con el corazón provocan más víctimas que el cáncer, la malaria, el sida y la tuberculosis juntas. Cada minuto dieciséis mujeres mueren en el mundo por ataques cardíacos. Desde hace tiempo las estadísticas señalan que no es el cáncer sino las enfermedades cardiovasculares la principal causa de muerte en la población femenina de todo el planeta. Por eso, la educación y difusión masivas son fundamentales a la hora de lograr que las mujeres tomen conciencia y cambien sus conductas
Hasta no muchas décadas atrás, las enfermedades del corazón eran patrimonio exclusivo de los hombres. Eran ellos y, en general, mayores de edad, los que ocupaban las salas de espera de cardiología. Que hubiese mujeres era toda una rareza.
Sin embargo, el escenario se ha revertido con los años. Hace tiempo que las mujeres son las protagonistas excluyentes de los consultorios. Considerada actualmente por la OMS como la principal causa de mortalidad en el mundo (provoca 17 millones de muertes anuales), la patología cardiovascular (incluye la cardiopatía coronaria, la isquemia, angina de pecho, infarto agudo de miocardio, arritmias, enfermedades de las válvulas cardíacas, las cardiopatías congénitas y la trombosis) afecta mucho más a las mujeres que a los hombres. No sólo eso sino que además, frente a patologías similares, las mujeres presentan peores cuadros: tienen infartos masivos y, en el caso de tener hipertensión, enfrentan más riesgos de un accidente cerebrovascular (ACV) que un hombre de la misma edad. Ante un infarto o un ACV, la mujer está más expuesta.
La mayoría de las mujeres de diferentes estratos sociales todavía no son lo suficientemente conscientes de que pueden sufrir un evento cardiovascular. Esto es: no se perciben como sujetos vulnerables. Muchas, además, saben qué tienen que hacer para reducir los factores de riesgo, pero por diferentes motivos no cambian sus conductas.
Hay dos tipos de factores de riesgo: están, por un lado, aquellos que no pueden modificarse, como los antecedentes familiares; y, por el otro, los que obedecen a hábitos y conductas modificables. Los factores de riesgo modificables son responsables de casi el 80% de los casos de cardiopatías coronarias y enfermedades cerebro vasculares, según la OMS. A la obesidad, el colesterol y la hipertensión arterial, que son la puerta de ingreso a la enfermedad cardiovascular, hay que sumar la diabetes y el sedentarismo.
Se ha comprobado que en la mujer la enfermedad cardiovascular se desarrolla gradualmente y que, en algunos casos, hasta puede manifestarse en la adolescencia.
Por eso es un error pensar que son las mujeres en edad media (40 años), menopáusicas o pre menopáusicas quienes tienen más probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares. Desde hace tiempo que la patología aparece en mujeres cada vez más jóvenes. Los especialistas apuntan aquí al cigarrillo y al alcohol, cuyo consumo en jóvenes de edades muy tempranas se ha incrementado notoriamente en los últimos años.
Tips para prevenir
Se calcula que las mujeres pueden reducir en un 82% el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares con sólo adoptar conductas saludables:
Hacer una dieta equilibrada: un plan de comidas sanas debe incluir fibras. No excederse con los embutidos y alimentos que contengan grasa animal. Ingerir alcohol con moderación.
Hacerse un chequeo anual que incluya, como mínimo, radiografía de tórax, prueba de esfuerzo y un electrocardiograma.
Controlar la presión arterial: la hipertensión sostenida aumenta el riesgo de sufrir enfermedades cardiológicas, derrames cerebrales, insuficiencia coronaria, angina de pecho, arritmias y trombosis. La presión alta se puede reducir, entre otras cosas, con una dieta con bajo consumo de sal o con medicación, según el caso.
Chequear el colesterol: el exceso de grasas y colesterol en sangre se deposita en las venas que llevan sangre al corazón y puede causar obstrucciones. Quienes tienen niveles de colesterol de 240 tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que quienes tienen 200. Por eso, pedirle al médico que controle los niveles de LDL, HDL y triglicéridos.
No evitar la balanza: el sobrepeso y la obesidad, dos tendencias en aumento a nivel global, incrementan los riesgos de sufrir enfermedades cardiológicas, entre muchas otras. Pedirle a tu médico que controle el índice de masa corporal (IMC).
Hacer actividad física: según datos de la OMS, aproximadamente dos tercios de la población mundial no practica actividad física suficiente. Las personas sedentarias tienen más riesgo de tener hipertensión y de sufrir arterioesclerosis. Aquellas de intensidad moderada son las más recomendadas: caminar entre 30 y 45 minutos diarios cinco veces por semana, o andar en bicicleta.
Evitar el cigarrillo: si se abandona este mal hábito, se reduce la tasa de preinfarto y muerte súbita en un 20-50%.