Se hace una exposición sobre los peligros que se pueden causar en el organismo ante la práctica indiscriminada de consumir suplementos alimenticios o nutricionales en dosis exageradas en el convencimiento de que con esto se lograrán efectos preventivos frente a muchas enfermedades.
Aun cuando parte de las obsesiones colectivas es el de tener un cuerpo perfecto, lo ideal en ese orden de ideas, sería tener un cuerpo sano, que esté en condiciones de salud, equilibradas, que se halle en un estado óptimo de nutrición y que su funcionamiento sea tan bueno como cada quien lo necesite.
Para alcanzar esta meta idealizada, se requiere primero que todo, que nuestro cuerpo esté correcta y adecuadamente nutrido y para ello, será indispensable llevar una alimentación variada y balanceada, que incluya diariamente todos los grupos de alimentos y en las cantidades apropiadas.
Pero no siempre estas condiciones son a las que sometemos el cuerpo, sino que con frecuencia se le exige a nuestro organismo un sobreesfuerzo físico o psíquico o emocional, como puede ser el embarazo, la lactancia, el sobrepeso, el tabaquismo, el deporte ocasional o permanente, estados de estrés emocional por relaciones conflictivas o porque sencillamente la demanda de energía es mayor a la que se le da al cuerpo, por lo que parecen la fatiga y el cansancio, entre otros males.
Es justamente en esos casos, cuando hay una demanda energética mayor y la alimentación que estamos llevando no es la adecuada para este esfuerzo, que se puede pensar en tomar un suplemento vitamínico o alimenticio, ya sean de farmacia, es decir sintéticos o naturales, por provenir de hierbas y plantas.
En cualquiera de las dos opciones, estos suplementos cuentan con propiedades particulares, que se adaptan en mayor o menor grado a una necesidad determinada. Los efectos solo podrán medirse a largo plazo después de haber realizado un tratamiento serio y meticuloso.
La publicidad ya sea visual o escrita promete muchas veces estados ideales que no se consiguen sino con una supervisión profesional por parte de un médico y aun cuando las etiquetas de estos suplementos sí advierten que no son suficientes para suplir las necesidades nutricionales del organismo, no son tenidas muy en cuenta por el público en general.
Adicionalmente estos productos generalmente son de muy fácil consecución y a precios muy razonables, por lo que muchas personas optan por comprarlos y depositar en ellos la salvación de su nutrición y de su salud, excediéndose en muchas ocasiones en las dosis de vitaminas y minerales, en el convencimiento que si suben la cantidad, provocarán un efecto de prevención contra muchas enfermedades.
En la actualidad ya hay muchos estudios y análisis serios, llevados a cabo por laboratorios de investigación, que confirman la peligrosidad de este tipo de prácticas y como se insta a que se consulte con un médico ante el eventual peligro a daño que puede causar en el organismo.