Más que una cuestión de ¿qué? Es una cuestión de ¿cuánto? Claves para lograr la armonía donde lo saludable va de la mano de lo apetitoso. El low-carb, un régimen basado en consumir pocos hidratos de carbono y mucha proteína animal, se ha convertido en el último tiempo, en el nuevo flautista de Hamelin de las modas en materia de dietas en los Estados Unidos, donde lo siguen mas de 80 millones de adeptos.
En que consiste esta dieta que tiene miles de formas, Dr. Atkins New Diet Revolution, Protein Power, Neanderthin y Life Whitout Bread, South Beach Diet y The Zone, entre las variantes mas conocidas? Todas tienen en común la estricta reducción en el consumo de carbohidratos a los que se remplaza con una alta ingesta de grasas y proteínas.
Se dice que en una dicta low-carb uno puede comer hasta saciarse, siempre y cuando coma los alimentos permitidos, entre otros: carnes, pescado, frutos de mar, pollo, huevos, quesos, manteca, aceites vegetales, soja, tofu, nueces, además de un gran número de vegetales (todos los de hoja verde, brócoli, apio, berenjena, zucchini, chauchas, espárragos, frutas) y que evite los alimentos prohibidos como papa, pastas, arroz y pan, entre los principales.
Según los promotores de las dietas low-carb, sus ventajas son la pérdida del apetito, el aumento de la energía y la consecuente disminución de peso. Las desventajas son la aparición de problemas cardiacos y el aumento del colesterol generados por el exceso de proteínas de origen animal.
Millones de estadounidenses vigilan el consumo de carbohidratos provocando una avalancha de nuevos productos en la industria alimentaria y la renovación de los restaurantes tradicionales.
A partir del hecho de que la población parece haber modificado profundamente sus hábitos de alimentación e incluso sus preferencias en materia de gustos, las bebidas colas más conocidas, por ejemplo, ya tienen sus “modelos” low-carb. Las cervezas low-carb son cada vez mas, lo mismo que los comercios especializados, donde se consiguen cereales y patatas chips low-carb. Nunca antes se vio tanto frenesí en la industria alimentaria por adaptarse a las normas de una nueva dieta, como el que genero la low-carb.
Pero, antes de adoptar una dieta low-carb, conviene conocer más a fondo de que se trata.
Los hidratos de carbono se encuentran entre los macronutrientes esenciales de una dieta junto con las proteínas y las grasas. Son, además, fuente principal de energía de una alimentación balanceada y, como si esto fuera poco, el único combustible con el que se nutre el cerebro. Se ubican en segundo lugar en la escala, después de las proteínas, en la capacidad de generar saciedad, por lo tanto, hay varios estudios que afirman que tienen un efecto protector contra el aumento de peso. Una vez absorbidos por el organismo, los hidratos se convierten en glucosa, la cual es rápidamente utilizada por el cuerpo o depositada en los músculos o en el hígado en forma de glucógeno.
Algunas teorías científicas que cobran cada vez mas consenso, postulan que cuando este depósito se acaba (lo que ocurre en una alimentación con escasa ingesta de carbohidratos, es decir, cualquier dieta low-carb) esto influye en la sensación de hambre, ya que los depósitos están vacíos. En cambio, el consumo moderado de hidratos produce saciedad y tiene un menor aporte calórico.
¿Los hidratos de carbono engordan?
Esta parece ser hoy la pregunta del millón. Hasta el momento, su mala fama se debe a que el cuerpo, al tener que deshacerse de ellos cuando los ingirió «de más», no estaría haciendo lo mismo con las grasas, motivo por el cual, indirectamente, promoverían un aumento de peso por el incremento de las reservas de grasa que no se metabolizaron.
En su defensa hay que decir que el consumo de hidratos no seria la causa de aumento de peso por varios motivos:
1) la capacidad de almacenamiento de hidratos es limitada (llega un momento en que no se pueden almacenar más en forma de glucógeno),
2) cuando el cuerpo siente que hay muchos carbohidratos aumenta el gasto de los mismos para equilibrar este exceso,
3) la famosa conversión de hidratos en grasas cuando los primeros sobran solo ocurre en el hombre en condiciones extremas (por ejemplo, después de varios días de ayuno).
Las teorías científicas y una sociedad norteamericana cada vez con mas problemas de obesidad demuestran que, aunque 80 millones de personas tan solo en los Estados Unidos siga una dieta low-carb, esta tampoco es la fórmula mágica para perder peso.
Los detractores de este régimen alimentario piensan que la moda se caerá por su propio peso. Pero hasta el momento muchos la adoptaron como una “american low-carb way of life”, mientras otros aún se cuestionan si será posible una vida feliz sin pan, sin patatas ni pastas.