En el ámbito de la belleza y el bienestar, uno de los problemas que afecta a la mayoría las mujeres se relaciona con su piel, que todas quisiéramos tener siempre brillante, suave y hermosa. El acné en la adolescencia pero también el eccema o la piel muy seca y escamosa a cualquier edad, son problemas que pueden corregirse con una alimentación adecuada.
Estas inflamaciones y erupciones suelen persistir incluso pasada la adolescencia, a pesar del uso de lociones y cremas que prometen milagros; pero en realidad sólo tienen una acción momentánea. Por eso, lo importante es identificar la causa real que hay detrás de estas inflamaciones de la piel para intervenir de manera adecuada.
Es bien sabido que la dieta juega un papel clave en la belleza de nuestra piel, impactando directamente sobre el organismo y por lo tanto nuestro bienestar. Esto ha sido puesto de relieve por diversos estudios, uno de los cuales reveló que el consumo excesivo de frutos secos, patatas fritas y frituras en general, aumenta en gran medida el riesgo de acné. Este estudio en particular, pone de relieve la relación entre una dieta rica en alimentos con un alto índice glucémico (pan blanco, pasta, pasteles) y azúcares refinados, y la predisposición al acné.
Pero veamos específicamente qué alimentos son los amigos y cuáles los enemigos de nuestra piel y nuestra salud en general.
Está bastante claro que hay ciertos alimentos que aumentan las posibilidades de sufrir de acné, mientras que, por otro lado, hay otros alimentos que la mejoran notablemente.
Por un lado, se dice que los alimentos altos en azúcar y hormonas añadidas, van a obstruir los poros de la piel y entonces es obvio que no hacen bien. Otro enemigo de nuestra piel es sin duda la sal, siempre presente en nuestras mesas. De hecho, es un verdadero asesino para nuestra salud y para la belleza de cada mujer, ya que es la principal responsable de la retención de líquidos, que provoca celulitis y piel hinchada. También la sal yodada, que en cierto modo puede parecer más benéfica de lo normal, en realidad es la causa del acné. Por lo tanto, siempre es bueno leer los ingredientes en los envases de los alimentos que compramos y saber cómo elegir el mejor. Muchas mujeres mostraron una mejoría significativa, con sólo cambiar su dieta y evitar alimentos poco saludables que sólo hacen daño.
Sin embargo, no es fácil identificar la dieta adecuada para cada uno, y aunque muchas personas se realizan análisis de intolerancias alimentarias o análisis de sangre, estos no siempre son capaces de señalar cuáles alimentos pueden hacernos bien y cuáles no. Por lo tanto, sería conveniente tratar de variar los alimentos, durante períodos de 3-6 semanas, para ver cuáles aportan beneficios a la piel y cuáles pueden causar daños.
Como parte de una dieta adecuada, también hay que tener en cuenta las vitaminas, que son esenciales para nuestro bienestar interior y exterior; de hecho, un estudio publicado por National Institutes of Health, demostró que en los pacientes que sufren de acné, el nivel de zinc y vitamina A y E parece ser inferior al normal. Así que para ellos, sería conveniente complementar la dieta con zanahorias, verduras de hoja verde y de color verde oscuro, almendras, patatas dulces o albaricoques secos, todos alimentos ricos en estas vitaminas.
Además del acné, que afecta especialmente a los jóvenes en la adolescencia, otro problema bastante molesto es el de la piel con eccema y erupciones. Se trata de una inflamación severa de la piel que puede ser combatido con una dieta rica en ácidos grasos esenciales, por ejemplo, aumentando el consumo de salmón, arenque, coco, semillas de lino y nueces.
Además, es muy importante consumir alimentos ricos en antioxidantes que protegen contra el envejecimiento. De hecho, para combatir los radicales libres, que son precisamente los responsables del envejecimiento prematuro de la piel, es necesario preferir algunos alimentos, como las moras, arándanos, fresas y ciruelas que deben incorporarse a la dieta diaria.
Finalmente, es importante recordar que una nutrición adecuada por sí sola no es suficiente, sino que debe integrarse con la práctica de actividad física que reducirán el estrés, como yoga, meditación o ejercicios regulares que, además de liberar de tensiones, también deberían reducir la actividad hormonal que causa inflamación de la piel, mejorando nuestro estado general de bienestar.