Creado por los monjes budistas alrededor del año 600 dC, el miso todavía se utiliza como condimento para agregar por cucharadas no sólo en sopas, sino también en otras muchas recetas
Una clásica fuente de proteína vegetal es la soja y en el mundo hay miles de maneras de servirla, pero para encontrar la mejor hay que ir a Japón (o a un verdadero restaurante japonés) y probar el sabor de una sopa de miso.
El miso es un elemento básico de la dieta japonesa. Creado por los monjes budistas alrededor del año 600 dC, todavía se utiliza como condimento para agregar por cucharadas no sólo en sopas (el día en Japón no se inicia con un café, sino con una sopa de miso), sino también en muchas recetas.
A simple vista parece mantequilla de maní, pero, a diferencia de esta última, el miso es rico en proteínas y bajo en grasas. Muchos exageran sus beneficios para los intestinos, corazón, asma y colesterol.
Lo cierto es que es una buena fuente de aminoácidos y enzimas. Pero tiene mucha sal, por lo que no se aconseja a los hipertensos.
Básicamente es una pasta hecha sólo con soja, o con cereales (arroz o cebada) y sal marina, sometida a fermentación láctica durante más de un año.
Existen tres tipos de miso:
– Miso de soja, que debe madurar por al menos dos años;
– Miso de cebada, fermenta en uno o dos años;
– Miso de arroz, fermenta aún más rápido, en 12/18 meses. Es un miso muy dulce y or esto se utiliza principalmente en la preparación de dulces.
La fermentación es una forma de pre-digestión que hace que el alimento sea más digerible y puede ayudar a la flora intestinal aportando enzimas útiles para la digestión.
El miso es un alimento excepcionalmente rico en proteínas (20%), vitaminas y lecitina.
Los orientales lo consideran uno de los secretos de la buena salud y la longevidad.
Las propiedades de este alimento residen en:
– la riqueza de los fermentos vivos que aporta al organismo, que ayudan a resolver problemas digestivos,
– su calidad energética, producto de su larga fermentación,
– la capacidad para movilizar el intestino,
– suacción en contra de las inflamaciones.
El miso es también un potente alcalinizante, rico en enzimas activas que estabilizan el estómago y alcalinizan la sangre, liberan la mente y hacen pasar el dolor de cabeza.
Este alimento es por lo tanto útil para contrarrestar los efectos de una dieta rica en carne y alimentos acidificantes.