Por osteoporosis se entiende una condición en la que el esqueleto está sujeto a pérdida de masa ósea y resistencia, causada por factores nutricionales, metabólicas o patológicos. En consecuencia, el esqueleto está expuesto a un mayor riesgo de fracturas patológicas, debidas a la reducción de la densidad ósea y cambios en la microarquitectura de los huesos.
La osteoporosis es una enfermedad que afecta en gran medida -pero no exclusivamente- a las mujeres menopáusicas y con frecuencia se asocia con la hipertensión y la hipercolesterolemia, por lo que, a menudo se debe evitar el consumo de productos lácteos.
Además de las específicas terapias farmacológicas, recomendadas por el médico de confianza, podemos aumentar la ingesta de calcio a través de los alimentos. No sólo la leche y sus derivados son ricos en este elemento, existen otros alimentos como ciertos vegetales, frutos oleaginosos y en especial los pescados, que tienen cantidades muy importantes de calcio biodisponible y que puede ser fácilmente absorbido por el organismo.
El pescado representa una fuente alternativa viable a los suplementos de calcio, especialmente el pescado azul, que además también es rico en vitamina D: la vitamina D, de hecho, aumenta la absorción de calcio en el intestino.
Fuentes de este importante mineral pueden ser un eperlano frito, peces pequeños en cazuela, anchoas marinadas, o sardinas al tomate: estas soluciones nutricionales son adecuados para un organismo con una pobre estructura ósea y, al mismo tiempo la presencia de yodo en el pescado, estimula el metabolismo de la tiroides.
Comer pescado entero, incluyendo los huesos de peces pequeños, es una gran manera de introducir calcio, pero también silicio y magnesio, importantes para los huesos.
Estos platos conviene combinarlos preferentemente con verduras, preferentemente crudas, como una ensalada, alcachofas, verduras a la vinagreta como zanahorias, hinojo y apio: las verduras crudas aumentan la diuresis (se recomienda agregar aceite crudo, también rico en vitamina D).
Los crustáceos, debido a su concha calcárea, son otra fuente importante de calcio que, sin embargo, se pueden consumir sólo si los niveles de colesterol no son muy elevados.
Por último, se recomienda exponerse al sol también durante el invierno, aunque sólo sea media hora al día, ya que nuestro aparato cutáneo es capaz de producir vitamina D a través de la exposición al sol, vitamina importante para el metabolismo del calcio.