Se presenta el desolador panorama de la obesidad en la población de varios países de América Latina, pero sobrebtodo en México que ostenta en muchos items las peores cifras del mundo.
Precisamente, el bajo precio de estos alimentos hace que sean más consumidos entre las personas de menos ingresos y menor nivel educacional. “Cuando empieza a aumentar la riqueza, la gente en lo primero que gasta es en comida”, comenta Cecilia Albala, profesora de nutrición del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos, INTA, de la Universidad Chile.
“Y aquellos que no tienen educación tampoco tienen conciencia sobre el deber de mantener una dieta balanceada”, añade la nutricionista costarricense Karla Barrenechea, pues “tienen otras prioridades de subsistencia y consumir frutas, vegetales y proteínas magras les sale más caro”.
Y esta es otra de las paradojas de la nueva Latinoamérica donde, en general, los alimentos comercializados masivamente son cada vez más baratos especialmente en las ciudades y los alimentos frescos son cada vez más caros, en parte por la cadena de distribución que no permite que los cultivadores lleguen directamente al consumidor.
El ejemplo más claro de esta relación entre pobreza y obesidad lo vemos en México. El país azteca ocupa el índice de pobreza más alto de toda la región y uno de los mayores del mundo, alcanzando el 50%, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Además, los mexicanos son los más “pesados” del mundo, por encima incluso de los norteamericanos, según las últimas cifras publicadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE.
Sin embargo, en Latinoamérica la situación no es pareja, pues depende de la velocidad con la que se han producido los cambios socioeconómicos. “Los países del cono sur, que hicieron primero esta transición, tienen mayores niveles de obesidad. En cambio hay otros países como Perú o Bolivia, que están en etapas de menor desarrollo, donde coexisten problemas de desnutrición junto con la obesidad”, explica Cecilia Albala.
En relación a la obesidad infantil, dice Karla Barrenechea que “Cuando hay padres obesos y con malos hábitos alimentarios, lo más normal es que los niños vayan por el mismo camino”. Así, la obesidad infantil se ha convertido en un problema de salud pública en la región, donde ha cambiado el paradigma de “niño gordito igual a niño sano”, como se pensaba antes.
Mientras tanto, “En México los niños ya no salen a jugar a la calle como antes, debido a la gran inseguridad que hay en el país. Además muchas madres trabajan y ponen al cuidado de sus hijos al computador o la televisión y así el niño no quema todas las calorías que consume. Esto nos convierte en el país número uno en obesidad en niños de entre 5 y 12 años”, dice Cristina Ahedo, directora ejecutiva de la Federación Mexicana de Diabetes.