Un trastorno que afecta a la gran parte de las personas, en algún momento de su vida. Ya sabemos que, por distintos motivos, tanto la actividad física como el sedentarismo obligado (por ejemplo por razones laborales) es perjudicial para los músculos y los nervios.
La clave entonces está en encontrar el equilibrio, y comenzar a hacer algo para estar más saludable. En este sentido, y dada que entre las dolencias y molestias musculares más frecuentes se encuentran las contracturas, de acuerdo con los especialistas, el primer paso para evitarlas es comprender que es una contractura y por qué se desarrolla.
Una contractura se genera debido a la contracción permanente, persistente e involuntaria de un músculo. Esta molestia aparece, en líneas generales, cuando el músculo es sometido a un mayor grado de exigencia del que puede tolerar.
Cabe destacar que las contracturas también pueden desarrollarse por alteraciones o desequilibrios generados en la musculatura, que hacen que determinados grupos de músculos trabajen más de lo necesario.
Cuando la contractura es muy intensa y persiste en el tiempo, lo más conveniente es comenzar a indagar en los antecedentes para ver si puede estar pasando algo. También se puede aliviar un poco el cuadro con algún antinflamatorio y, eventualmente, si el dolor merma, comenzar paulatinamente con algunos ejercicios de relajación y elongación que ayudan a aumentar la irrigación y por ende, alivian los cuadros.
Contrariamente, cuando la contractura es leve o se trata de un cuadro “típico” de la persona, el ejercicio es prácticamente la primera opción, porque de lo contrario lo que se hace es contribuir cada vez más a incrementar la molestia y a que los músculos y articulaciones se endurezcan cada vez más. La idea es que la persona haga su vida y cumpla con sus actividades cotidianas.
Cuando la contractura provoca dolor de espalda, esto pasa porque se activaron directamente los nervios del dolor que están en el músculo en cuestión, desencadenando de esa forma el dolor de espalda. Por otro lado, hay un segundo mecanismo que favorece que la contractura persista. Este se presenta cuando el músculo contracturado comprime una arteria disminuyendo su riego sanguíneo. Esta situación genera un círculo vicioso, porque cuanto menos irrigado está un músculo, mayores serán las probabilidades de que persista en esa situación.
Si bien las contracturas pueden aliviarse con analgésicos y antinflamatorios -sin mencionar que en los casos más avanzados o en cuadros agudos también suele recurrirse a los corticoides- muchas veces estos tratamientos solo mejoran el grado de dolor, pero no llegan a la causa de la molestia. Por eso, lo más conveniente es hacer hincapié en la prevención, en el marco de lo cual es fundamental realizar actividad física, pero también cumplir con una rutina de ejercicios de estiramiento, como mínimo dos veces por semana. También es importantísimo reducir el nivel de estrés, llevar adelante una dieta sana y por supuesto evitar el sedentarismo.
Medidas para evitar problemas en la columna
– Evite quedarse mucho tiempo sentado o parado.
– Procure utilizar calzado cómodo y confortable, no solo para realizar actividad física, sino también para cumplir con las actividades cotidianas.
– Evite los tacos de más de 5 o 6 centímetros.
– Para sentarse, elija sillas que tengan el respaldo firme, pero que ofrezcan la posibilidad de reclinarse.
– Si tiene que levantar peso, hágalo sin doblar la columna. Simplemente agáchese coma si estuviera en cuclillas, doblando las rodillas y manteniéndolas cerca del cuerpo.